Aunque muchas personas
sostienen que, a los dirigentes políticos, hay que juzgarles por los
resultados, no es posible que haya buenos resultados si la acción política no
está motivada por unos Principios Éticos.
En Política, es necesaria
la Ética, entendida como Honestidad. El problema reside en las luchas internas
por el poder, sin tener en cuenta los problemas reales de los ciudadanos y
ciudadanas a quienes deberían representar.
Porque las ciudadanas y
ciudadanos estamos cansados de políticos sin un claro compromiso con la
ciudadanía que, guiados por un ansia/ambición personal abandonan sus Principios
(si es que alguna vez los tuvieron) hasta alcanzar Su Propio Objetivo.
Estamos asistiendo al
abandono del Mérito y la Capacidad como forma de ascenso en los partidos
políticos actuales. El acceso al poder permite y fomenta la formación de clases
(castas) dentro del propio partido.
Así, las formas más
sutiles de trepar a la cúspide serían el amiguismo, el servilismo y la
sumisión. Por tanto, para ascender se utilizan Principios que nada tienen que
ver con los Valores, la Ética y la Moralidad, sino todo lo contrario. Y ello no
supondría más que un claro FRAUDE para sus votantes, en detrimento de un
Programa que presentaron ante esa misma ciudadanía que les depositó su
confianza. Confianza en ese Proyecto Político (Programa) y no en unas
ambiciones personales de unos cuantos. Porque la Política no debería
convertirse en una Profesión.
Generalmente mediocres,
este tipo de personajes son los que pululan entre la mal llamada “Casta
Política”, parasitando, copiando, emulando e inventando méritos que no poseen; ocupando falsos espacios ya
representados por sus legítimos dueños.
Carecen de una base
ideológica sólida, suelen ser camaleónicos, inmaduros, incluso pretenciosos;
alcanzando el grado de prepotentes cuando logran alcanzar ciertas cotas de
Poder.
Suelen ser Necios,
alejados de la realidad, mesiánicos y estrafalarios en sus ocurrencias teóricas
que, muchas veces, les llevan al paroxismo.
Los individuos trepas
crecen a la estela de un Líder, se alimentan de su estela y aprovechan la menor
oportunidad para ocupar su lugar. Tejen telarañas artificiales que les permitan
desbancar a todo aquél que se interponga en su camino. Difunden toda clase de
rumores y medias verdades, con el objetivo de encumbrarse en el ansiado poder.
Cabeza vacía, sumisión
absoluta al líder y gran habilidad para trepar en el escalafón.
Desgraciadamente, estos tres rasgos encajan en muchos de nuestros políticos
trepas.
Pero la explicación
psicosociológica de estos comportamientos, que hacen que los partidos políticos
parezcan un campo de exterminio, se deben a que el individuo trepa no se ha
hecho a sí mismo sino que se ha ido moldeando en una compleja red de mediocres
en el que ha sido el/la elegido/a mediando dedocracia. En definitiva, el
político trepa sólo sigue las reglas del juego democrático fundamentado en la
llegada al poder.
Entre sus más conocidas
obscenidades practican, sistemáticamente, la manipulación y la calumnia, sin
los más elementales principios éticos, como una fórmula que consideran
infalible.
Pero ¿qué ocurre una
vez conseguido Su Objetivo? Que ese recién estrenado poder “incontrolado”,
puede devenir peligroso y tóxico. Tal vez, debido a la torpeza y a la gran
cantidad de conflictos que pudiera generar gratuitamente, si le falla alguno de
sus “apoyos”; la misma persona que lo nombró, no dudará un solo instante en
abandonarlo a las hienas, a la misma velocidad que tardó en nombrarlo.
La valoración de la
clase política está cayendo en picado debido a toda una serie de
acontecimientos que, ahora conocemos, pero que siempre habíamos intuido. No
obstante, no deberíamos defenestrar a toda la clase política. Pero habría que
partir de unas premisas que, obviamente no se suelen cumplir, como son que la
actuación en Política requiere además de una cierta formación y experiencia,
una profunda honradez y un rigor que lo avale.
Como decía
anteriormente, estamos hablando de un claro FRAUDE a su electorado, pero es un
fraude que se debe, fundamentalmente, al funcionamiento interno de los partidos
políticos. No sólo hay que cambiar la Ley Electoral, la Ley de Partidos, … hay
que cambiar mucho más. De todos nosotros y nosotras depende.
Y ello sólo se consigue
elevando la conciencia ciudadana y aclarando cuál debería ser el papel que
deberían jugar los partidos políticos en la sociedad actual.
Como dice Pablo
Iglesias: “La corrupción no tiene que ver
tanto con la ética individual como con las reglas de funcionamiento de la
política. Despolitizar el problema de la corrupción es como sugerir que el
fascismo es una patología mental y no un fenómeno social y político.
La
casta política representa los intereses de la mayoría (ni tan siquiera la de
sus votantes) sino los intereses económicos de una minoría de privilegiados que
paga sus servicios mediante maletines, sobres, sobresueldos o nombramientos”
0 comentarios:
Publicar un comentario