El sistema democrático, decadencia del republicano, ha
dejado de hacer uso de su estado primigenio, por el cual debería reducir
imperfecciones y desigualdades en la
sociedad elevándose por encima de las personas hacia los valores de estas.
Los estados democráticos que
están subordinados a los poderes económicos forman parte de los males que
tendrían que solucionar y los dirigentes políticos que están desconectados
de los sentimientos de los ciudadanos
someten al descarte a los más débiles. Es la pésima representación de
las naciones, la decadencia institucional que ha inspirado a los gobernantes de
las democracias simples a enfrentar lo legal contra lo legítimo, perpetuando la
idea de que los gobiernos están por encima de la integridad de los derechos
individuales, actuando de zalameros de las élites del poder financiero, convertido
en dueño de las naciones, han proyectado sus ambiciones personales y/o
políticas desestimando la gestión ética de los recursos que manejan y han contrariado
la evolución humana, los derechos fundamentales y las libertades de los
ciudadanos.
Las conductas abusivas
del poder deben tener su freno en las constituciones, pero muchas actualmente
son papel mojado o carecen de control además son los propios miembros de los
gobiernos y/o los partidos con mayores cuotas de poder quienes modifican,
eliminan y/o dictan nuevas leyes según las conveniencias a las que se deben.
Los gobernantes que abusan de sus posiciones privilegiadas actúan
con tiranía y subordinan a su servidumbre a los poderes ejecutivo y judicial convirtiendo
a ambos en cómplices de sus dictados nos alejan del crecimiento humano. Son los
decisores que han armado la violencia legal con leyes injustas carentes de
sentido común, por tanto estos políticos sin ideales éticos no pueden estar
condicionando las leyes. Es la partidocracia heredada y deshonesta que ha
facilitado la segregación de los desfavorecidos y ha conseguido esquivar la
construcción social de participación ciudadana y política.
Forjar las energías morales
para conseguir salir de la decadencia es responsabilidad de la ciudadanía que
debe organizarse y preservar la libertad, la seguridad y la integridad:
impulsando y fortaleciendo la observación del
horizonte real, de este compromiso cívico depende la protección de la
dignidad humana que sin duda determinará la evolución de la justicia social.
Roberto C. Insua
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